Antes de tener interés, y mis viajes a los países hispanohablantes, Costa Rica era para mi un punto sobre el mapa de centroamérica. Había oído hablar de un país sin militares, con naturaleza (serpientes peligrosas), tranquilidad, y un buen sistema de salud. Con suerte, encontré casi todo eso.

Había visitado Cuba y Puerto Rico en 2019, y tenía planes de visitar Costa Rica (ya tuve un boleto comprado), pero las cierres de Covid cambiaron casi todo en el mundo. Cuba era un mundo diferente del mío (me gustó, abrió mis ojos, y me dió un deseo de experimentar mucho más). Puerto Rico era cómodo (incluso que la gente habla inglés en las ciudades), y la República Checa era… tengo otra historia para eso. Entonces, Costa Rica debería ser el promedio.
Llegué al aeropuerto SJO en la tarde, y tuve el tiempo necesario para recoger un coche de alquiler y conducirla hasta la casita que para mi había parecido tan bonita y perfecta en AirBnB. Paré en la ruta para comprar comida y una tarjeta de móvil, y una segunda vez porque me encontré en la vía de peaje electrónico y tuve que dar marcha atrás para pagar en efectivo.
La casita de luz fue como la había descrito su dueño. Limpia, cómoda, y muy minimalista. Me impresionó que casi todo estaba hecho de cemento, hierro, o cristal. Lo raro del diseño es que hay tantas ventanas, pero ninguna de ellas tiene cortinas – así dormí a la vista de la montaña, y los changos y otros animales.

Me encantó tanto que decidí medirla para poder un día copiearla – cómo una casita tan sencilla podría ser tan cómoda. De verdad, compré un metro para medir todo al caso que querría una casita parecida en el futuro (saben que ya tengo una casita).
Pasé un buen rato alrededor de la casita disfrutando la vista ‘la tête dans les nuages’ (la cabeza en la nube) desde el cumbre del monte a donde se encontró me casita, la familia de venados que me visitaron durante el día, los chirridos de grillos que duraban más allá del mediodía, y casi toda la naturaleza del valée de los caballos.
El día siguiente, visité la playa (donde pasé un rato hablando con algunos padres que enseñaban a su hija a nadar en el mar), y luego visité varias tiendas para comprar comestibles, antes de regresar a la casita.



La cultura en todas partes
Debería regresar a San José con suficiente tiempo para hacer la prueba de COVID-19 requerida para viajar. En el camino de Dominical hacia San José, traté de visitar a un amigo que conocí cuando estaba visitando las calles de La Habana en bici pero no podía encontrar la dirección. Al punto de abandonar y continuar hacia mi próximo AirBnB cerca del aeropuerto, me llamó y así pude visitarlo en el trabajo donde luego conocí a sus compañeros y pasamos algunas horas hablando. Es allí que logré comer una comida típica Costarriqueña por primera vez – en un centro de día para mayores.
El tiempo en Costa Rica fue un regalo para mi porque es un lugar precioso, además, ese fue mi primer viaje después de casi dos años difíciles en varias maneras.
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